La región de América Latina y el Caribe presenta una de las matrices eléctricas más limpias del mundo, con un 60% de generación renovable (hidro, solar, eólica), pero solo intercambia el 15% de su electricidad entre países, muy por debajo de otras regiones integradas como la UE (35%). Esta fragmentación incrementa costos operativos y limita la compensación de variabilidad climática (ej.: sequías en Brasil vs. excedentes eólicos en Argentina).
El principal obstáculo no es técnico, sino político. La integración eléctrica en América del Sur se caracteriza por la bilateralidad, con tratados que coordinan políticas nacionales y compromisos de interconexión. Aunque se han promovido diversas iniciativas para la integración subregional, los avances en políticas y marcos regulatorios han sido limitados. Los organismos reguladores independientes como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), buscan armonizar regulaciones y establecer mecanismos para la solución de conflictos y la operatividad de la infraestructura.
El incremento de energía renovable plantea desafíos técnicos, económicos y regulatorios que los planificadores deben considerar. ¿Puede el resto de la región replicar el exito de SIEPAC?