La energía hidroeléctrica sostenible es crucial para la transición energética debido a sus características únicas: generación de electricidad renovable y flexible que puede desplegarse a gran escala. Esto permite proporcionar energía confiable, respaldar la generación de energía eólica y solar fotovoltaica (PV), y evitar la dependencia de combustibles fósiles o tecnologías aún no desplegadas. América Latina posee el 14% de la capacidad hidroeléctrica instalada a nivel mundial, con Brasil como el segundo mayor productor hidroeléctrico del mundo, después de China.
Aunque el potencial hidráulico de la región es significativo y abastece el 45% de las necesidades eléctricas de los latinoamericanos, se estima que solo se ha desarrollado entre el 20% y el 25% de su potencial total. Esto indica que hay un amplio margen para expandir la capacidad hidroeléctrica y contribuir aún más a la transición hacia fuentes de energía sostenibles.