La implementación de medidas para la transición energética debe considerar las dinámicas sociales, económicas y culturales locales, asegurando que todos, independientemente de su género, etnia o estatus, tengan acceso equitativo a servicios modernos de energía. Es crucial que las comunidades históricamente desfavorecidas tengan acceso a protección social, educación, mentoría, redes profesionales, crédito y oportunidades de emprendimiento. La capacitación a través de la educación formal, la formación profesional y el empoderamiento de las comunidades locales en los procesos de toma de decisiones sobre el uso de recursos y la distribución de beneficios es esencial para una transición energética inclusiva.
La pobreza energética se define como la situación en la que un hogar no puede satisfacer de manera continua y segura sus necesidades energéticas básicas, afectando la calidad de vida y el desarrollo de las personas que lo habitan. Actualmente, casi 800 millones de personas en el mundo no tienen acceso a electricidad, y aproximadamente 2600 millones no tienen acceso a combustibles limpios para cocinar. ¿Qué medidas específicas pueden tomar los gobiernos y las empresas para garantizar que la transición energética no agrave la pobreza energética y, en cambio, mejore el acceso equitativo a la energía para los hogares más vulnerables?